Puede que sea un error pensar que el trabajo de los técnicos de parques y jardines del Ayuntamiento es cuidar de los árboles. Porque sorprende que el “arboricidio”, que ha convertido nuestra urbanización en una factoría maderera, se ha realizado por indicación de esos técnicos.
Se han talado indiscriminadamente todos los chopos con el argumento de que son “senescentes” y algunos, en mal estado, serían “constitutivos de generar (sic) posibles situaciones de riesgo” para las personas. Herodes ordenó el asesinato indiscriminado de todos los niños menores de dos años porque uno de ellos iba a poner en peligro su trono. Aquí se ha ordenado talar todos los chopos sin parase a comprobar si están en buen o mal estado; si son o no un peligro, no un “posible riesgo”.
Es lógico talar un árbol en mal estado, pero a la vista del aspecto saludable que muestran los restos de los “senescentes” chopos, para muchos –pongan oído a los comentarios de la mayoría de los vecinos- quizá lo adecuado hubiera sido talar los que suponen un peligro y cuidar los demás, espléndidos ejemplares adultos, para que den su acogedora sombra durante mucho tiempo.
La vida media de un árbol, como la de las personas, es eso: “vida media”. Por tanto los hay que mueren antes y los hay que pueden durar años en perfecto estado de salud si se les cuida. A nadie se le ocurriría dejar de prestar cuidados médicos a las personas porque su “quinta” ha sobrepasado el límite estadístico de esperanza de vida.
Se dice que, según la ley, por cada año que tuviera el árbol talado hay que plantar otro. No es consuelo. Ni los miles de árboles que compensarían el “arboricidio” serían plantados en nuestra urbanización, ni la mayoría de los vecinos podríamos sentarnos ya a la sombra de los que se plantasen aquí cuando lleguen a adultos, porque no nos dará la vida.
Mientras tanto, los más mayores no tienen sombra en el banco en que hacían tertulia y las mamás y papás (y los abuelos) tendrán que pasear a sus niños bajo los soportales, para que no les abrume el sol de justicia que antes evitaban los árboles talados: los chopos inocentes. Y todos vemos un jardín más feo en lo que era la envidia de propios y extraños. No nos debería sorprender que, con el aspecto actual de la urbanización, baje la cotización de los pisos: la imagen del entorno es una de las primeras cosas que entran por los ojos de un posible comprador.
Para más inri, este “arboricidio” que nos disgusta tanto, lo pagaremos de nuestros bolsillos. ¿Cuánto costará? La supuesta transparencia en la decisión de tala indiscriminada no ha llegado al extremo de indicarnos su coste, que se supone elevado, aunque muchos de los trabajadores que actúan en la tala, con aspecto de inmigrantes, no parece que cobren sueldos de consejero de banco.
En cualquier caso, no es descabellado pensar que cuidar adecuadamente los chopos habría sido más barato.
No conocemos tampoco qué se va a hacer con la madera. No es de las más caras, pero el metro cúbico de chopo tiene un precio y esta “factoría” ha producido unos cientos. ¿Está previsto que la mancomunidad tenga algún ingreso por este concepto?
Ante los comentarios de los vecinos, tanto el Ayuntamiento como la Junta Directiva de la Mancomunidad han pegado carteles en los portales tratando de justificar sus decisiones: ¿serán tan diligentes explicando los detalles económicos?
Si lo deseas, puedes enviarnos tus comentarios o fotos a esta dirección
arboricidioalcorcon@gmail.com
El antes y el después de la catástrofe: